En este medio abril, mes dedicado a la lucha contra el maltrato infantil, hago un paréntesis para recordar a Pinto, un hermoso ejemplar de perro Leopardo de Catahoula que, por doce años estuvo en nuestra vida familiar dándonos el mejor de los amores.
El Jueves Santo pasado, acompañamos a Pinto mientras un veterinario amoroso, dormía su vida terrenal difícil ya, por una serie de dolencias que se agravaban rápidamente en su condición de perro viejito.
Se llamó Pinto porque era blanco lleno de pintas negras, de hecho, con un ojo de pirata, cubierto de pestañas negras y el otro, en fondo blanco, cubierto de pestañas blancas.
Con un pelaje suave y precioso que, aunque llenaba de pelos la casa, valía la pena acariciar y cepillar por el agradecido vaivén de su hermosa cola.
Era un perro grande, oriundo del sur de Estados Unidos, de donde vino siguiendo a su familia.
De hecho, era un verdadero Catahoula de Luisiana, que viajó desde New Orleans, donde fue adoptado hace ya casi doce años siendo el único perrito sordo de la camada, fue entrenado a conciencia por nuestro hijo que lo eligió expresamente por su condición.
Un verdadero hermanito, amoroso, educado y obediente, que vivió feliz, junto a nosotros y a Lola, una belleza negra mestiza -viralata- que hoy comparte nuestra tristeza.
Siempre tuvimos mascotas caninas, nombradas, recordadas en álbumes familiares, pero Pinto, fue muy especial. Probablemente, compartíamos edades, poco más o menos, y porque era mi sombra, siempre estábamos juntos y él sentía que tenía que cuidarme a mí, creando un vínculo que solo conocen quienes se miran en la pureza de los ojos limpios y profundamente amorosos de las mascotas caninas.
Habrá quienes no lo entiendan, pero muchas saben del doloroso proceso de duelo por una mascota, un tiempo en el que no cabe la idea de sustituirlo porque, definitivamente, los animales de nuestro entorno son también familia.
Buena oportunidad para recordar que tenemos la ley la 248-12 sobre protección animal que establece obligaciones al Estado, a los Ayuntamientos, a las personas, para su protección, y la necesidad de que se aplique realmente.
En el país, hay refugios para perros abandonados y personas que apenas pueden protegerlos sin apoyo y con poca sensibilidad de parte de autoridades y particulares.
Desarrollar cariño y respeto por los animales entra dentro de los cambios necesarios a un país para ser menos violento. Un mensaje que le debo a Pinto, por su fidelidad y amor incondicional.