Se hace camino al andar, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pasar. O me gusta verlos pintarse de sol y grana, volar bajo el cielo azul. Así son las complicidades poéticas, modernistas y el intimismo simbolista de los rasgos románticos del español, Antonio Machado Ruiz.
En este gran paseo por las bellas artes y el canto está Fathy Francis (Fátima Elaine Francis Peña), con el talento de expresarse rítmicamente en los géneros tropicales, pop, jazz y samba. Es toda una dominicana que nos interpreta hermosas e intensas melodías en inglés y portugués con el glamour internacional.
Su voz mágica e impregnada en la solemnidad del escenario de la Capilla Nuestra Señora de Punta Cana, con la instantaneidad de un público europeo, aperturó el Canto de la Sibila. Un mundo de pasión que abrió el corazón y el espíritu humano-religioso en la conjugación de la poética más sensible para recorrer las paredes y llenar de armonía en el alado paraíso divino de Dios.
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Transfirió puros sentimientos con voz lírica a la Sibila en ese templo católico de la geografía turística del este país.
El Canto de la Sibila (catalán, Cant de la Sibil•la) es un drama litúrgico de melodía gregoriana que tuvo mucha difusión durante la Edad Media en el sur de Europa y que se interpreta de forma tradicional en la Misa de Gallo (Matines) en las iglesias de Mallorca (entre las que destacan las interpretadas en el Monasterio de Lluch y en la Catedral de Palma) y en la Catedral de Alghero, ciudad de Cerdeña.
Precisamente, Mallorca y Alguer son los dos únicos lugares en los que el canto constituye una tradición que se prolonga desde la Baja Edad Media hasta nuestros días, habiendo quedado incluso inmune de la prohibición acaecida en el Concilio de Trento (1545-1563) y a cualquier otra vicisitud.
Precisamente, por ello, el día 16 de noviembre del 2010 fue declarado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura(UNESCO), Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Previamente había sido declarado Bien de Interés Cultural (BIC) por el Consejo Insular de Mallorca el 13 de diciembre del 2004.
La Sibila es una profetisa del fin del mundo de la mitología clásica que se introdujo y adaptó al cristianismo gracias a la analogía que puede establecerse entre dicha profecía y el concepto bíblico del juicio final.
El testimonio más antiguo de la Sibila cristianizada y cantada en monasterios (no popularizada aún) lo aporta un manuscrito en latín del monasterio de San Marcial de Limoges (Francia), en pleno Imperio Carolingio. En España, el documento más antiguo que se conserva es un manuscrito visigodo (del pueblo germánico oriental) de la mezquita-catedral de Córdoba del año 960, perteneciente a la liturgia mozárabe (hispano-romano). Del siglo XI data también el manuscrito de Ripoll (perteneciente a un municipio de España) redactado en latín, en el ámbito de la cultura litúrgica hispánica, siendo en poblaciones de la actual Cataluña, en donde en buena medida arraigaría.
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El Canto de la Sibila constituyó, pues, una tradición cultural cristiana que tenía como tema central el juicio final que se emitiría sobre buenos y malos, es decir, sobre los fieles al rey y juez universal, cuya llegada era anunciada desde la fiesta de su nacimiento en la condición humana. Inicialmente no fue propio de la Nochebuena actual.
El primer paso en el proceso de popularización fue la incorporación del canto en latín en las catedrales, por sus presbíteros. Así fue sucediendo en territorios occidentales del sur de Europa que actualmente forman parte de España, Francia, Italia y Portugal, llegando a Mallorca con toda seguridad, como consecuencia, en la época de la reconquista, de la conquista de Mallorca en 1229, por y para la Corona de Aragón, regida por Jaime I de Aragón o rey En Jaume.
La primera información de que se dispone del Canto de la Sibila en la catedral de Mallorca la proporciona la “consueta de tempore”, redactada también en latín entre 1360 y 1363.
Con la exposición de Fathy Francis se inscribe un canto lírico de impacto histórico ibérico. Otros pasos en el camino de su popularización fueron la incorporación del canto en los maitines de Navidad.
En este sentido, a dicha “consueta de tempore mallorquina” se le incorporó un añadido o apéndice redactado en la segunda mitad del siglo XV, en concreto entre 1463 y 1468, que amplía la dramatización del Canto de la Sibila, que podía ser interpretado en latín por presbíteros o por un niño ataviado como una doncella con una espada, quien podía cantarla en latín o en catalán antiguo, lo cual informa del último paso para su popularización definitiva en Europa, que no es otro que la progresiva utilización de las lenguas romances en su interpretación mundialista.
Por: Maguá Moquete Paredes
maguamoqueteparedes@gmail.com
El autor es periodista, geopolitólogo, analista social.